top of page

Amando mi cuerpo

  • Sara Pastor
  • 16 mar
  • 2 Min. de lectura

 

ree

Los ideales de belleza cambian más que la moda. Lo que hoy es tendencia, mañana puede ser historia. En mi caso, crecí en una era, donde ciertos rasgos y medidas eran lo "top" y si no encajabas, parecía que estabas fuera del club. De adolescente, sin cuestionarlo, me creí todo ese cuento y terminé distorsionando mi percepción de mi imagen en el espejo.

Recuerdo mirarme y pensar: "Algo en mí no cuadra". No porque tuviera un defecto real, sino porque no veía mi reflejo en las revistas o en la tele. La comparación era mi peor enemigo, haciéndome dudar de lo genial que realmente era. Uno de mis mayores complejos eran mis senos, que eran más grandes que los de las modelos famosas del momento, que tenían apenas el pezón (hoy en día me catalogarían como casi plana,jeje con los tamaños que se ven!!) . En un mundo donde la delgadez extrema y los cuerpos altos y esbeltos dominaban, yo sentía que mi figura estaba "desproporcionada".  También estaban mis ojos, grandes y con pestañas tan largas que me chocaban con los parpados, que lejos de hacerme sentir especial, me parecían demasiado llamativos en comparación con los rostros sutiles y delicados que se veían en los anuncios (y me corte las pestañas por pendeja y no volvieron a crecer iguales), O añoraba tener los muslos más flacos por que admiraba el hueco que, entre ellos, exhibían las modelos. Y no porque realmente los tuviera gruesos, era que por el baile los tenía musculosos, firmes y divinos (los tenia ….pasado, hoy en día están flacos pero los amo).

Pero un día, algo cambió (Gracias a Dios pronto ,para evitar alguna pendejada más o haber podido desarrollar alguna condición de las que nuestra gente sufre cada día más) No fue un momento épico de iluminación divina, sino más bien un montón de pequeñas experiencias que me ayudaron a reconstruir mi confianza. Me di cuenta de que la belleza no es algo fijo ni absoluto, y que lo que realmente atrae es la actitud con la que te presentas al mundo.

Poco a poco, dejé de mirar mi reflejo con lupa y empecé a verlo con más amor. Aprendí a valorar lo que me hace única, a vestirme como me gusta y a dejar de buscar la aprobación de los demás. Porque, al final del día, la única opinión que cuenta es la mía.

Si pudiera hablar con mi yo del pasado, le diría ¡Relájate, chica! ¡Justo lo que no aceptas hoy ,serán parte de tu diferenciación pronto! No hay una sola forma de ser hermosa. La belleza no es una talla, una tendencia ni un filtro de Instagram. Siempre has brillado, solo necesitabas creerlo.

Hoy me miro con cariño y gratitud, sabiendo que mi cuerpo ha sido mi compañero de mil batallas y merece respeto, amor y unos buenos bailes frente al espejo.  Y sigo sin encajar en los estereotipos que están en tendencia. Y acepto mi belleza llena de marcas y señales de mi historia y acepto la belleza que hay en cada mujer que veo.

Si alguna vez te has sentido insegura, te lo digo con todo el corazón: la comparación es una trampa. Brilla con tu propia luz, porque siempre ha estado ahí.



 
 
 

Comentarios


bottom of page