¿Tengo que convertir mi dolor, mis traumas en contenido?
- Sara Pastor
- 14 sept
- 2 Min. de lectura
Dentro de esta etapa de reflexión que me estoy regalando, han surgido muchos temas, a raíz de bajar la intensidad de acción, que normalmente me acompaña.
Revisando las redes con una visión no de critica sino de observación, me surgieron varios pensamientos (si, a veces hasta pienso jeje).
Últimamente parece que, si algo te dolió, más te vale contarlo en público y en formato carrusel de Instagram.
Y no solo contarlo… contarlo bien. Con narrativa. Con giro emocional. Con frase inspiradora al final.
Y sí, está buenísimo que cada vez más personas puedan hablar de cosas que antes se silenciaban: abusos, ansiedad, maternidades difíciles, duelos, injusticias, agotamiento, salud mental, etc.
Es sanador. Es necesario. Nos conecta.
Y me surgió una pregunta- duda. ¿Estoy obligada a contar mis heridas? ¿Tengo que volverme mi propia historia de superación para tener valor?
Vivimos en tiempos donde todo puede volverse contenido: La receta, la crisis, el divorcio, la depresión, la terapia, el caos.
Y si es un tema delicado, mejor aún, más engagement. El algoritmo ama una buena historia de dolor con final esperanzador.
Pero...
¿Y si no quiero compartir eso?
¿Y si no me interesa hablar de lo que me dolió?
¿Y si ni siquiera lo he procesado del todo?
¿Me hace menos auténtica? ¿Menos valiente? ¿Menos feminista?
Para mí, no todo tiene que ser contado (y mucho menos convertido en post)
No estás fallando si no quieres hablar de tu historia personal.
Tampoco si no la tienes clara, o si la tienes clara pero simplemente, es tuya.
Hay procesos que solo necesitan silencio.
Hay cicatrices que no quieren escenario.
Y hay partes de nosotras que no se curan por likes, sino por tiempo.
El silencio no es cobardía. Es respeto a ti, a tu cuerpo, a tu proceso.
¿Pero hay presión para hacerlo? …Sí, claro que la hay.
Vivimos en una cultura donde mostrar toda tu vulnerabilidad parece casi obligatorio.
Donde compartir lo duro que fue algo te da puntos de humanidad, autoridad, o incluso relevancia.
Pero no es lo mismo elegir contar algo, que sentir que debes hacerlo.
La primera es una decisión, una decisión voluntaria tuya.
La segunda, una trampa disfrazada de autenticidad.
No tienes que ser una historia inspiradora.
No tienes que haber resurgido como ave fénix de entre las cenizas.
No tienes que tener una conclusión clara, una enseñanza valiosa, ni un post viral.
A veces solo estás viviendo. Sobreviviendo. Sintiendo. Y eso también está bien.
Mi conclusión es que compartir lo que te dolió ,es válido. No compartirlo también lo es. No tienes que convertir tu vida en contenido. No eres más profunda por sufrir en público, ni más superficial por callar.
El proceso también es personal. Y a veces, proteger tu historia es parte de sanarla.
Así que si alguna vez te preguntaste si deberías estar contando más de ti misma, si sientes culpa por no abrirte o miedo de quedarte afuera por no exponer tus batallas…
Y tú no tienes que dar explicaciones para mantener ciertas partes de ti a salvo.
Te quiero siempre
Sara Pastor, una mujer que no caduca



Comentarios