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Las micro- ansiedades

  • Sara Pastor
  • 24 oct
  • 2 Min. de lectura
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 Ansiedad por elegir yogur

El otro día en un supermercado en EU (Me encanta ver las góndolas con tantas opciones). Terminé frente a la nevera de los lácteos (que ya no como, por ser alérgica, pero que extraño). Estaban varias chicas jóvenes con apariencia de ser “frikis del wellness” hablando sobre las alternativas de yogures que para ellas serian mejor, pero parecía que estaban a punto de tomar una decisión que podía cambiar el rumbo de su vida entera.

Griego, descremado, vegano de coco, con probióticos, sin azúcar, con chía, con vitamina D, con envase cristal o plástico reciclado y probablemente, con expectativas emocionales incluidas.

Mientras tanto, una señora detrás mío suspiraba fuerte como si le estuvieran bloqueando el destino y finalmente se fue molesta.

Y me dio la impresión de que no era el yogur, sino la presión de elegir perfecto.

Estoy segura de que el día que caen en la tentación del pecado y se comen un mantecado con todos los añadidos posibles, se flagelan por días y se sientes más culpables que si hubieran cometido un asesinato.

Vivimos en un mundo donde hasta las elecciones más mínimas parecen exámenes de responsabilidad.

 ¿Esto será bueno para mi microbiota?

¿Cuál es el que recomienda el o la influencer de turno?

 ¿Estoy apoyando al planeta?

 ¿Y si elijo mal y destruyo mi futuro en una cucharada?

Y todo eso, antes de las 10 de la mañana.

Las mini-ansiedades que se acumulan y elegir yogur no parece gran cosa, pero es el resumen perfecto de esa ansiedad silenciosa que sentimos por “acertar” en todo, el trabajo, la pareja, la crianza, el skincare, el tipo de pan…

Como si cada elección definiera quiénes somos, y fallar significara arruinarlo todo.

Muchas mujeres cargamos con la expectativa de ser siempre la que elige bien, la que sabe, la que cuida, la que hace lo correcto.

Y eso convierte cualquier decisión, por pequeña que sea, en un campo minado de autoexigencia silenciosa. Y ni siquiera el yogur se salva.

Al final se fueron sin elegir ninguno y me pregunte ¿parálisis por análisis? ¿terror ante la decisión? ¿cuántas veces nos pasa en la vida esto? ¿cuántas oportunidades has dejado pasar? ¿Sería una buena estrategia elegir mal y seguir feliz?

La vida ya es bastante compleja como para cargarle el peso de tu identidad a un producto lácteo. Si el yogur no te gusta, mañana pruebas otro.

Y según vas acumulando años de vida te das cuenta de que “TODO” no es relevante, y que el explorar cosas nuevas y arriesgarte te da más satisfacción que la persecución desenfrenada de acertar “SIEMPRE”.

Te quiero siempre

Sara Pastor, una mujer que no caduca

 
 
 

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