¿Por que nos cuesta recibir cumplidos?
- Sara Pastor
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

¿Por qué nos cuesta tanto recibir un cumplido sin justificarlo?
Te dicen ¡qué lindo te queda ese vestido.
Y tú, sin pensarlo, “Ay, gracias... ¡me costó baratísimo!”.
O peor aún “¿Este? ¡Lo tengo hace mil años!”
¿Por qué nos pasa eso? ¿Por qué sentimos la necesidad automática de explicar, minimizar o desviar el elogio, en lugar de simplemente decir “gracias” y sonreír? ¿Es modestia, inseguridad… o costumbre?
A muchas nos enseñaron que aceptar un cumplido sin justificarlo es creído, arrogante o hasta mal visto. Que, si alguien te dice algo bonito, hay que responder con “humildad”. Pero a veces la humildad se nos va de las manos y termina pareciendo negación total. ¿Y qué crees que tu autoestima piensa que tu misma devalúes lo que haces?
Nos cuesta recibir reconocimiento porque:
a- No queremos parecer vanidosas.
b-Nos incomoda ser el centro de atención.
c- Nos enseñaron a complacer, no a destacar.
d-No creemos del todo que lo merecemos. (Sí, eso también.)
e-Desconfías de que la persona está diciendo la verdad. ( Si, esto también, pero que se jo… escúchalo y acéptalo).
Cosas que hemos dicho para “bajarle el peso” al cumplido
“Ay, si me viera de cerca… tengo unas ojeras horribles.”
“Gracias, pero fue suerte.”
“Tampoco soy tan buena en lo que hago, hay gente que lo hace mucho mejor que yo”.
“¡Qué va! Si tú sí que eres guapa/talentosa/inteligente.”
“Lo compré en especial, ¿eh?” (como si eso le quitara valor a cómo se te ve.)
¿Te suena familiar? A todas, un poco.
¿Y si nos dejáramos brillar un poquito?
Recibir un cumplido no es arrogancia. Es permitirnos sentirnos vistas.
No tienes que justificar por qué te va bien, por qué te ves linda hoy, o por qué hiciste algo genial.
Tampoco hace falta devolver el cumplido de inmediato. Un simple “gracias” es más que suficiente. Porque en ese instante, te están reconociendo a ti. No a tu rebaja, no a tu esfuerzo por justificarlo. A ti.
Practiquemos juntas:
– “Te queda increíble ese peinado.” → “Gracias.”
– “Qué bien hablaste en esa reunión.” → “Gracias.”
– “Eres muy buena en esto.” → “Gracias, lo valoro mucho.”
¿Ves? Sin excusas. Sin rebajas. Solo gratitud.
Porque aprender a aceptar lo bueno también es parte del autocuidado.
Nos acostumbramos a vivir con el modo autoexigencia, modo encendido, pero también merecemos vivir con el modo, autoestima activada.
Aceptar un cumplido no te hace soberbia. Te hace consciente de tu propio valor.
Así que la próxima vez que alguien te diga algo lindo, respira… y solo di: “Gracias.”
¡Y créetelo, que es verdad! Date el permiso de sonreírte por tus logros y esfuerzo.
Te quiero
Sara Pastor, Una mujer que no caduca